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lunes, 21 de abril de 2014

La obligación de jugar



Con la entrada en la escuela infantil sucede un hecho de extraordinaria importancia: el juego, que hasta entonces era algo voluntario  que ocupaba la mayor del día, desconociendo horarios y prohibiciones , se convierte en una obligación , diluyéndose su más valiosa característica y echándose a perder. Lejos de permitirse y propiciar que los niños y las niñas conozcan sus posibilidades y sus límites, única manera de lograr algún tipo de autorregulación, los niños y las niñas son forzados a ceñirse a un arbitrario programa de actividades.



En la dinámica de la escuela infantil el juego se convierte en un deber. Los pedagogos reclaman, tan ridículamente como un brujo que pretende hacer salir el sol todos los días, el merito de potenciar el juego de los niños y las niñas. En la escuela infantil se desarrolla un discurso y una teoría del juego para legitimar su propia existencia con fines de doma y lucro. De esta forma, manipulando y apropiándose del juego, prepara el terreno para la total destrucción de lo lúdico en la vida.
Dice Donats Elschenbroich: “la activación del juego es siempre a la vez interrupción del juego. La pedagogización del juego es siempre la expresión de una relación alienada entre adultos y niños.
Con el juego rigurosamente previsto se inaugura una nueva percepción del tiempo, hasta entonces ajeno en la actividad infantil. Establecer que de 9 a 10 hay espontaneidad total es matar la espontaneidad, que puede aparecer a  cualquier hora, y es asegurar que fuera de ese horario no la habrá. Se engendra, también, la división entre el juego y el trabajo, entre lo lúdico y lo serio, y se da por sentado que si se unen, es para que el primero sirva al segundo. En realidad se espera ya que todo juego acarree alguna utilidad, práctica o conceptual.
Texto extraído de: Entre cuadernos y barrotes, la educación desde el punto de vista de sus víctimas. Lima 1999


martes, 15 de abril de 2014

NO hace falta frustrar a los niños.



Si no enseñamos a los  niños y las niñas  a tolerar la frustración se convertirán un unos tiranos.
Esta creencia basada en la teoría de la frustración de Freud propone que para que el niño/a se adapte a la sociedad  debemos someterle a pequeñas                    frustraciones , con el objetivo  de ampliar su tolerancia a la frustración. 
Esta teoría demuestra una gran desconfianza en el ser humano, presuponiendo que sin la intervención adulta , marcando límites y diciendo “noes”,   la criatura humana es incapaz de adaptarse a la sociedad , serán manipuladores, egoístas y tiranos. 
 
De aquí supongo que nace el miedo  a malcriar si mimamos a nuestros hijos/as , da la sensación de que mimar y complacer son” palabrotas” 
(palabras mal sonantes) en nuestra sociedad.   

Cuando la mayor parte de las veces,  la conducta tirana y  manipuladora surge desde una carencia en su seguridad afectiva y emocional Y no de una falta de límites.

 


No hace falta frustrar a los niños

Desarrollar la tolerancia a la frustración ya forma parte de las experiencias que el propio niñ@ escoge a través del juego.  

Lo que podemos hacer para ayudar a nuestros pequeños a tolerar la frustración es ofrecerles la seguridad afectiva necesaria para arriesgarse a intentar  sin miedo al fracaso .  

Valorando sus deseos ,no como meros caprichos sin sentido, si no tratando de complacerlos con los medios a nuestro alcance , dándole a la criatura la libertad de para experimentar por encima de normas sociales y culturales, ofreciéndoles amor incondicional.

 
Cuando una criatura es tratada desde el profundo respeto a sus deseos, cuando es mimada,  se siente valorada y segura ,  esto se traduce en una gran flexibilidad emocional que  ayuda a que la tensión provocada por la frustración  sea tolerada sin que esta se convierta en ansiedad o miedo.

Cuando la criatura es tratada desde la libertad, el respeto y la complacencia , aceptan un NO sin que ello les suponga una frustración y una rabieta  saben que ese No, esta previamente justificado  , saben que antes del No  hemos tratado sinceramente de ver las posibilidades reales de que ese , no , se convierta en si.

Creo que son los niños criados desde el conductismo o el autoritarismo, los que sobrecargados de límites, tareas y responsabilidades se siente poco valorados, poco comprendidos y amados son los que reaccionan más violentamente a la frustración debido al sentimiento de carencia.

jueves, 10 de abril de 2014

Yo, ya se pensar.



En el libro de 3º de primaria proponen una serie de ejercicios bajo el titulo: ¡Aprende a pensar!
La reacción de la niña ante esta frase  me ha dado mucho que pensar a mi…
- Yo, ya se pensar!! (tono de indignación) ¿pero es que “los del libro" se creen que las niñas no pensamos? 
Yo que me rallo un poco, observo la sutil sensación de sentirse  menospreciada por ser una persona pequeña que tiene la niña.

Aprender desde el esfuerzo.
Uno de los grandes errores que cometemos en las escuelas  es suponer que estudiar debe ser un esfuerzo.  
Familias y maestr@s  optamos  por crear hábitos de estudio, fomentado la  disciplina, valorando equivocadamente el  esfuerzo que hacen por las criaturas por aprender , lo que nosotros les decimos que tienen que aprender.

  

Pensamos que si no se les fuerza y  se les obliga l@s niñ@s se convertirán en unos vagos que se pasarán el día jugando sin aprender nada o que solo trabajaran bajo amenaza,  esta idea parte de una profunda desconfianza hacia las criaturas que obliga a algunos maestr@s a la vigilancia y el control.

Nos equivocamos, aprender no debería ser un esfuerzo, sino un juego al que nos entregamos desde el placer mismo del aprendizaje.
… Si en lugar de tratar de enseñarles a pensar, tratáramos de evitar que pierdan el interés por aprender y pensar por sí mism@s.

Para ello bastaría con no matar su curiosidad.  Si, si los niños  y las niñas son seres  curiosos por naturaleza y quieren aprender, disfrutan aprendiendo!!

El adulto  debe estar  a disposición del niñ@ para ofrecerle las herramientas con las que satisfacer su curiosidad. 
Sin  darles respuestas cerradas a sus preguntas, 
(como solemos hacer ) si no respondiendo con una otra pregunta que les ayude a resolver la cuestión por ellos mismos, acompañandoles en su proceso de aprendizaje, no enseñándoles.

 

Aprender desde el placer  
Las criaturas a las que se les permite experimentar el aprendizaje autónomo, cambian el esfuerzo de aprender por la entrega total  al proceso de aprendizaje.
Experimentan sin temor a equivocarse, porque no son juzgados ni evaluados. Pueden permitirse el lujo de leer todo el tiempo que les dé la gana, de hacer experimentos, aprenden matemáticas para cubrir una necesidad real , porque  las necesitan para jugar a determinados juegos o para su vida cotidiana, como para diseñar un cambio en su habitación necesitan aprender a medir y a hacer planos, el día a día ofrece infinitas posibilidades de aprender.
 
Convierten el aprendizaje en un placer, en un juego al que se entregan con pasión.
Piensan por ellos mismos, sin necesidad de enseñarles a pensar.
Solamente tenemos que dejar de  interferir en sus ganas de aprender, dejando de decirles que tienen que aprender, cómo y cuando tienen que aprenderlo y confiar plenamente en su increíble capacidad de aprendizaje.

miércoles, 2 de abril de 2014

Crianza Radical



Últimamente escucho la palabra radical dentro del entorno de la crianza, más de lo quisiera y me hace reflexionar…
Radical, palabra que me chirriaba por confundirla con extremista, pero si entendemos radical con su significado real, creo que en los tiempos que corren se hace necesario apostar por cambiar la crianza y la educación de una forma radical, sintiendo  la necesidad de cambiar las cosas desde ir a la raíz.

 
Y es que me asomo a la raíz  y  veo que la situación social que vivimos las familias es una trampa.

Para adaptar la crianza al modelo que propone nuestro actual sistema social, económico y cultural se interfiere brutalmente en nuestra sexualidad, en nuestros partos, en nuestra lactancia y con nuestras criaturas  separándolas prematuramente de sus familias.

Tenemos que criar, por supuesto, estemos preparadas emocional, física y socialmente o no. De ello se ocupa la iglesia y Gallardón, legislando nuestro derecho a decidir si somos madres o no.


Pero además de criar nuestro modelo económico nos exige que seamos productiv@s, (con criar con cuatro meses tenemos suficiente)
Mientras nosotr@s seguimos siendo productivos,  tenemos la opción de dejar a nuestras crías en guarderías especialmente habilitadas para ellas, donde convivirán con sus iguales y serán perfectamente adiestrados para continuar obedientemente con el sistema social establecido.

La crianza vista desde el placer, el contacto, el vínculo, es un problema social.

Creo que va siendo hora de ser radicales no?




Necesitamos sensibilizarnos a nivel social de la necesidad de apego de las criaturas, con su fragilidad los primeros años de vida siendo  conscientes de que esos primeros años de vida marcaran su carácter, su forma de sentir, de relacionarse, de amar

Esto nos va exigir la enorme tarea de cuestionarnos, de reflexionar sobre nuestra propia infancia  para evitar trasmitir a nuestras crías los patrones educativos (desastrosos en muchos casos) que hemos aprendido e incorporado y que solo siendo conscientes de ellos podemos tratar de superar.

Radical en el contexto de la crianza significa aprender a conocer y a respetar el ritmo evolutivo de nuestras crías confiando plenamente en sus capacidades para nacer, para regular sus necesidades primarias de alimentación y sueño, confiando en que hablaran, caminaran, controlaran sus esfínteres sin necesidad de que les enseñemos, lo conseguirán cuando estén preparados para ello.

Como familias nos toca  desaprender el modelo autoritario de relación con la infancia y mirar a nuestras crías desde la horizontalidad, tratándoles con respeto y empatía, reconociendo y valorando sus emociones, (todas también su rabia, su miedo, su tristeza.)



Es nuestra responsabilidad como familias  trabajar activamente para trasformar el sistema educativo en lo que realmente necesitan nuestros hijos para aprender a ser, a pensar, sentir y no a obedecer.

Tenemos que ser muy radicales para conseguir eso... y trabajar para lograr un modelo social que respete la maternidad y sus necesidades, nos proporcione a las familias el tiempo y los recursos económicos y formativos para logralo.